Dioses Nómadas V. Antonio Morales
Democracia significa no tener que asumir la decisión de la mayoría, pero sí tener que acatarla. Te permite pensar lo que quieras pero tienes que actuar conforme a una norma. Cuanto más normal seas, mejor. Defiende la diversidad, pero practica la igualación en detrimento de la equivalencia. Porque en nuestra democracia no todos valemos lo mismo.
"Tanto tienes, tanto vales". Si eres normal (posees gran cantidad de normalidad) vales más que si eres anormal (aunque nadie lo diga). Pero si, además de normal, tienes dinero, vales muchísimo más. También están socialmente aceptados los anormales con dinero.
Como, en la democracia, la información es poder, "vales más por lo que callas que por lo que hablas". Por eso los bocazas están en el limbo del valor (en todas sus acepciones). A los que anhelan más poder les conviene que existan.
El "ábrete boca y di lo que quieras" también está muy normalizado en la democracia y algunos lo practican con bastante habilidad y poca cabeza. Aún no se han dado cuenta de que: de padres presidentes que defienden la norma, salen hijas... anormales (sin ninguna connotación negativa: objetivamente, fuera de lo normal)
En democracia no se predica con el ejemplo; se dicen cosas que suenan muy bien, pero se hacen cosas que quedan mejor.
La Democracia nos acoge a todos en su seno, pero sólo maman los que pisotean a otros para ganarse su teta.
Pero como quiero terminar este artículo con un final feliz, veré lo más positivo de la democracia: la libertad de expresión. El derecho que tiene una persona a hacer daño a otra con sus comentarios por el simple hecho de que no practica la norma o simplemente porque le fastidia no ser o tener lo que el otro es o tiene, es decir, por envidia.
Y mi derecho a expresarme y a predicar con el ejemplo manifestándome pacíficamente tal y como soy. Y al que no le guste, que no mire.