miércoles, 29 de diciembre de 2010

Hoy no me ha tocado la lotería

Hay días que es mejor no levantarse,
pero te levantas.
Hay días que ya no tienes fuerzas para luchar,
pero luchas.
Cada día hay que mover una montaña.
Sólo necesito descansar un instante,
dejar que fluya el agua hasta que
nada se oiga, nada se vea y nada se sienta.
Parar el ruido de la arena al precipitarse
por sinuosas formas femeninas.
Puedo detener la tormenta
pero la pregunta es ¿quiero?
El diluvio destruye y
provoca regeneración,
se lleva lo malo
y parte de lo bueno.
Delicioso sacrificio el del salmón.
Desenredando el largo cabello
cada mañana
y cada noche
para volver a tejer la maraña de los sueños.
Ya oigo menos el ruido
y veo con más claridad.
Pero continúo sintiendo fatiga en las entrañas,
una náusea opresora
como ansia de vomitar el mundo entero corrompido
y engendrar uno nuevo.
El agua fluye,
el ruido es sordo,
el ósculo aborrecido
y los brazos del mismo polo,
pero el final, ha de ser feliz.