lunes, 19 de abril de 2010

Tópicos: Carpe Diem

aprovecha el día

Tendría yo unos 10 años cuando vi la película de Peter Weir El club de los poetas muertos y en ella escuché por primera vez la archiconocida expresión carpe diem. No hacía mucho tiempo que había muerto mi única abuela fallecida y era prácticamente mi primer contacto real con la muerte, así que me dio qué pensar.

Mucho más tarde descubrí que se trataba de una expresión algo más antigua de lo que esperaba. Y resultó que el primero que la plasmó en su obra fue Horacio, un poeta latino que vivió del año 65 al 8 antes de Cristo.


Para los que tengan la fortuna de conocer el latín, este es texto original:


Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi fienm di dederint, Leuconoe, nec Babilonios temptaris numeros. Ut melius quicquid erit pati!
Seu pluris hiemes seu tribuit Iuppiter ultimam, quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare Tyrrenum, sapias, vina liques et spatio brevi spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit invida aetas: carpe diem, quam minimum credula postero.


Para los que el latín supuso un suplicio, como es mi caso, aquí va la traducción:


No busques el final que a ti o a mí nos tienen reservado los dioses (que por otra parte es sacrilegio saberlo), oh Leuconoé, y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos babilonios. ¡Vale más sufrir lo que sea! Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos, o puede ser que éste, que ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último; pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve tiempo que queda amparándote en la larga esperanza. Mientras estamos hablando, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana.


A lo largo de la historia, este tema se ha tratado hasta la saciedad no sólo en la literatura, sino también en el resto de manifestaciones artísticas. O se ha convertido en el lema de muchos movimientos sociales; aunque los matices de su interpretación no siempre han sido los mismos.

Así que yo me pregunto ¿qué es aprovechar el día? Hacer mucho o hacer lo que realmente quieres o te apetece.

Porque digo yo que para muchos aprovechar el día puede ser disfrutar de un maratón de sofá, tele e internet. Por el contrario hay personas que ni se plantean sentarse un segundo a descansar; sienten la necesidad imperiosa de ocupar todo su tiempo con lo que la sociedad denomina cosas útiles. Y si me vuelvo a contestar a mí misma, ¿quién le dice al del sofá que lo que hace no es útil? porque útil ¿para quién? ¿quién establece lo que es y lo que no es útil?

No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, vive cada momento como si fuese el último de tu existencia, disfruta los placeres de la vida, el futuro es incierto... ¿irresponsabilidad o vivir intensamente? yo no conozco la respuesta.


Sé que algunos lo interpretan como: vamos a pasar de todo y a adentrarnos en un hedonismo extremo que nos libere de toda responsabilidad. Hace unos días una amiga me contaba como se le acercó una chica que le pidió unas monedas para un calimocho. Ya toca bastante las narices que alguien te pida para vicios cuando tú tratas de restringir al máximo el gasto en cosas innecesarias, pero cuando además la persona en cuestión sabe dios lo que se habrá gastado en llenarse la cabeza de rastas, la cara piercings y el cuerpo de tatuajes... eso ya hace que los ojos se te abran como platos y ni contestes por no liarla.


Pero tampoco me parece muy acertado dedicar toda tu vida a trabajar 10 horas al día, ayudar al prójimo colaborando económicamente con alguna ONG, cultivar el cuerpo machacándote cada noche en el gimnasio, viajar por todo el mundo buscando el sitio ideal... es como un carrusel que nunca para. Algo que marea, un círculo vicioso en el que la persona queda anulada por completo, en el que sólo cuentan los actos y su cantidad. Tú das vueltas frenéticamente y otros te miran mientras esperan a subirse.


Algunos estáis pensando: es que en el término medio está la virtud. El que lo encuentre, que me lo cuente, porque yo no sé aún cómo se aprovecha el día y sobre todo para mí, depende del día.

Porque hay días y días. Están esos que te levantas y no te apetece nada. Pero luego hay otros que te cunde el trabajo de un día como si fuese una semana. A veces te da el arrebato de ordenar la casa _ a mí me daba en periodo de exámenes, supongo que era una excusa inconsciente para evitar enfrentarme a los tochos de folios_ y otros sólo quieres divertirte y pasarlo bien. Así que lo ideal sería que cada día lo aprovechases en función de la actitud y las aptitudes con las que te levantaste. Pero explícale eso al jefe, al profesor, al cliente, al hijo, al padre... total, que tampoco me vale.


Así que lo dicho, el que encuentre el secreto de aprovechar el día sin fastidiar a nadie o sin que le fastidien a él, se lo compro.




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